Opinión
La política gesellina se fue de mambo
“Del dicho
al hecho…hay un relato”. Por Guillermo Andrada.
La actualidad política local mantiene un fiel reflejo con la
política a nivel nacional, aunque en algunos casos, como los acontecidos en el
Concejo de Deliberantes durante el debate por cuestiones vinculadas a la Salud Pública,
han servido para desmitificar algunos dichos populares y poner blanco sobre
negro como se articulan las acciones según sean los protagonistas. El refrán
popular “del dicho al hecho hay mucho trecho” se derrumba porque lo que acontece
entre los dichos y los hechos no es un trecho, sino que deviene en la
construcción de un relato artificial que no se ajusta a la realidad, que a
juicio de esta columna, se resume en el título de la misma: “La política gesellina
se fue de mambo”.
¿Por qué ocurre esta distorsión entre lo que se piensa
debería ser y lo que al final resulta ser? Muchas respuestas como muchas son las
interpretaciones sobre el bochorno institucional de un Concejo Deliberante que
reprobó el examen sobre participación ciudadana y sobre disensos entre mayorías
y minorías en cuestiones de género, sororidad y podría agregar otros capítulos,
provocando un escarnio para algunos de los protagonistas tanto de los que
componen el legislativo como los que, en su rol de ciudadanos, quedaron como
los malos de la película y pagarán ahora los platos rotos.
¿De dónde surge el combustible que enciende los motores de la
expectativa ciudadana?:
De menor a mayor por su cantidad de integrantes, encontramos
el bloque unipersonal y zigzagueante del Partido Fe creado por Gerónimo “Momo”
Benegas, representado en Villa Gesell (más allá de las discusiones y la
deserción del año pasado cuando fue a las PASO dentro del espacio de Lavagna)
por el concejal Miguel Cisneros; y al bloque CREAR integrado por los concejales
Hernán Luna y Jessica Cané, parte de Juntos por el Cambio y derivado de la
deserción de Luna del Frente Renovador luego de ganarle las internas a Atilio
Roncoroni. Ambos espacios sin letalidad política más allá de la sumatoria de
votos para lograr mayorías que no alcanzan a ser determinantes ya que el
oficialismo tiene la propia, aunque sí para el logro del quorum, una
herramienta que ha comenzado a hacer pesar Juntos por el Cambio, haciendo fracasar
ya dos sesiones ordinarias.
Los bloques mayoritarios de Juntos por el Cambio y el Frente
de Tod*s, por la historia de los partidos que le dan vida y forma, el
radicalismo y el peronismo en líneas generales, pero con presencia del PRO y la
derecha neoliberal en el primero (y aquí radica uno de los graves problemas) y
de partidos progresistas en el segundo; deberían ser los responsables de lograr
un funcionamiento ordenado, prolijo y prolífero del deliberativo local. Pero es
por demás evidente que no lo logran, en parte porque no quieren y en parte
porque no pueden debido a rivalidades y diferencias que están por encima de las
coincidencias y, sobre todo, porque carecen de liderazgos claros, capaces y
democráticos que den respuesta a las necesidades de la comunidad.
El Presidente del bloque de Juntos por el Cambio, Luis Baldo,
es un político experimentado que durante doce años fue Intendente Municipal, está
en su segundo mandato como Concejal luego de haber sido dos años Presidente del
Cuerpo. Casi sin rivales de peso, se siente como “pez en el agua” moviendo cada
pieza que sabe, va a molestar a la gestión municipal, y como en el ajedrez,
busca el jaque mate más difícil según los ajedrecistas, el que se propina con
la combinación de Caballo y Alfil, una jugada que necesita en gran medida de la
colaboración del rival que debe dejar su Rey casi desnudo o solo, pero que no es
posible de lograr hasta tanto no recibas tu propio jaque mate, para lo que
Baldo, pese a que le quedan pocas piezas por mover y quizá ninguna chance ni
siquiera de lograr un final en “tablas” no derrumbará su rey hasta que no le
den mate dentro de Juntos por el Cambio, del radicalismo o de la sociedad gesellina.
Es un político 24 por 24 coincida uno con él o no. Por el contrario, el Presidente
del bloque del Frente de Tod*s Sergio Coronel, no aparece con esas “virtudes”
de político hábil y toda su estrategia parece estar montada sobre los ocho
votos que garantizan la participación en doble votación del Presidente del
Cuerpo para definir el resultado de un expediente.
La política también es diálogo y el arte de legislar requiere
de ese diálogo. La esencia de los cuerpos deliberativos es la capacidad de
llevar adelante esos diálogos, esas negociaciones (y no hablo de tranzas) que
lleven a lograr las normas que una sociedad necesita para encauzar su vida
institucional y, pese a que los
opositores busquen cercar a los oficialismos con diversos argumentos, creíbles
o falaces, ejerciendo su rol de control o su estrategia de entorpecedores, los oficialismos
de todos lados deben estar preparados para lograr los cometidos y garantizar el
proceso legislativo. Eso no ocurre en Villa Gesell.
Coronel fue impuesto como Jefe de Bloque por decisión
política de la conducción y no como decisión de sus pares, la lista de
candidatos luego convertidos en concejales del Frente de Tod*s no surgió del
debate de la militancia y los espacios que lo componen, se “cocino” entre pocos.
Esa falta de sustento y de roce han traído más temprano que tarde las enormes
debilidades del oficialismo en el “palo” legislativo del gobierno que es
preocupante, porque como ya se dijo, la única herramienta es la mayoría justa
para aprobar o rechazar proyectos, pero para lo primero hay que poder sesionar
y ya se sabe, que sin la oposición no hay quorum y sin quorum no hay sesión y
sin sesión no hay iniciativas que se aprueben, y entre esas iniciativas está la
piedra basal del gobierno comunal, el proyecto de Código de Ordenamiento
Urbano.
Como corolario de todo esto, surge el desaguisado del martes
18 de agosto. Vecinos que van por un proyecto que busca dar una alternativa a
los desaciertos médicos, un gremio que va para consolidar su poder dentro de la
salud pública, lejos de lo que le corresponde, tratando de impulsar un proyecto
de ordenanza que es un despropósito, intereses encontrados que se asocian de
hecho para fortalecer la demanda, uso político del descontento,
desconsideraciones, insultos, amenazas, todo lejos del plano en el que debe
imaginarse la participación en democracia.
Y por último, lo que a todas luces resulta un despropósito,
la “judicialización” de la política, lo que nunca debe suceder. De un lado y
del otro. Con más o menos responsabilidades, argumentos o intereses. El final siempre
es grave.
Un concejal denunciado por violencia y con orden de
restricción hacia una vecina y vecinos
denunciados penalmente por amenazas, entre otras cosas que derivaran en
situaciones complicadas ya que se les imputan delitos que, de haberse cometido,
son parte del mal humor del grupo que protestaba fuera del recinto, pero que
por lo que se pudo observar, no fueron las que propinaron los insultos y las
amenazas que se denuncian, al menos dos de las personas denunciadas.
Es muy sugestivo que una de esas vecinas sea la voz cantante
contra las malas práxis médicas y la otra, una de las voces más fuertes contra
el proyecto estrella del gobierno, el Código de Ordenamiento Urbano que está
siendo tratado en las comisiones del HCD.
En la política, la casualidad es una “rara avis” que pocas
veces se avista.
La democracia, establecida como un régimen de gobierno ideal,
tiene también sus aristas conflictivas. Ya lo decía Platón, en su Carta VII,
donde ponía de manifiesto su desconfianza y observaciones sobre el uso de la
democracia y de la política por parte una oligarquía que detestaba y que se
montaba sobre cierto desconocimiento de los ciudadanos de Atenas que lejos
estaban de tomar decisiones sobre el gobierno de la Ciudad – Estado. Conceptos
como esos hoy pueden ser considerados elitistas, que fomentarían una democracia
y un gobierno de los más capaces, él proponía el gobierno de los filósofos,
pero trasladados esos conceptos en el tiempo y adaptados a nuestra realidad,
pensar en la necesidad de una mayor preparación y conocimiento de aquellos que
ejercerán los cargos públicos, podría ser un camino al fortalecimiento de los
gobiernos democráticos y de la fortaleza de la República.